sábado, 9 de noviembre de 2013

Porfirio Diaz: Mistico de la Autoridad

Oaxaca, la antigua Antequera, el viejo asiento del Marquesado del Valle, fue durante la Colonia santuario indígena, recuerdo vivo de tiempos y culturas precolombinas. Fue la “fábrica nacional de políticos y soldados”, zona de teocracia, tierra de “místicos de la política”, de acuerdo con la expresión de Alfonso Reyes.  Allí nació, en 1806, el indígena zapoteca Benito Juárez. También, pero el 15 de septiembre de 1830, nacía el mixteco cuya biografía se entrelaza y confunde con la biografía de México por casi 60 años: Porfirio Díaz.
En 1843 estudia en el Seminario Conciliar de Oaxaca, aprobando con excelencia en exámenes de artes y filosofía. En 1850 abandona el seminario, pasándose al bando liberal, conociendo  a Juárez y Marcos Pérez. Trabaja como bibliotecario en el Instituto de Artes y Ciencias de esa ciudad.
La derrota de México ante los yanquis en 1847 lo sorprende demasiado joven, pero el siguiente episodio bélico –la Revolución de Ayutla- lo encuentra ya maduro. En 1855 vota públicamente contra Santa Anna, deja sus estudios de leyes, e inicia una centellante carrera que lo lleva a la jefatura política de Ixtlán.
Al estallar la Guerra de Reforma, el capitán Porfirio Díaz tiene su bautizo de fuego al mando de una compañía ya formal de granaderos, sufre su primera herida e interviene en el primer sitio de Oaxaca. Juárez le encomienda el gobierno y la comandancia militar del istmo de Tehuantepec, donde lidia solamente con las tensiones propias de la contienda entre su bando liberal y el conservador. Aquella estadía política y militar en Tehuantepec le aportó no sólo un arduo aprendizaje, sino algo más profundo: el contacto vital con su raíz indígena.
Al triunfo del bando liberal, se convierte en diputado por el distrito de Ixtlán. Después de los asesinatos de Tacubaya, y los de Leandro Valle y Melchor Ocampo, define su destino en unas palabras que pronuncia en el Congreso: “Yo soy soldado. Pido permiso para ir a pelear”. El general González Ortega reconoce su valor y le concede el grado de general de brigada.
En la Batalla de 5 de Mayo Díaz refrenda esos rasgos: toma la iniciativa. Desobedece a Zaragoza y es factor importante en la victoria. En su parte de guerra Zaragoza menciona el “empeño y bizarría” del “ciudadano general Díaz”. En la toma de Puebla, en 1863, cae prisionero pero escapa disfrazad de indio. Juárez lo designa comandante del Ejército de Oriente, por lo cual marcha a Oaxaca con un ejército desmoralizado; ha pesar de sus esfuerzos por mantener la guerrilla por cuatro años, se rinde ante el general Bazaine; pero logra volver a escaparse de la cárcel. A partir de entonces, y reunificado su ejército, empieza una cadena de victorias, siendo la más importante la toma de Puebla el 2 de abril de 1867.
El 15 de julio entra triunfante Juárez a la Ciudad de México. Díaz entrega al licenciado Juárez un buen superávit en efectivo, los 35 mil hombres de su ejército y su estratégica renuncia. Se retira a la hacienda de La Noria, donde vigila la situación política del país.
En 1871 pierde las elecciones ante el “Benemérito de las Américas”, por lo que alega fraude y se lanza a la Rebelión de La Noria. Muerto Juárez (1872), Sebastián Lerdo de Tejada es el presidente legal, y Díaz no tiene más remedio que acogerse a la amnistía. En 1874 regresa al Congreso como diputado. A su tiempo, Díaz volvió a presentar su infructuosa candidatura y a su tiempo volvió a rebelarse. El 10 de enero de 1876, secundado por ideólogos y militares, lanzó el Plan de Tuxtepec e inició la revuelta desde el norte. En un principio sufrió varios reverses sobre todo a manos de Mariano Escobedo; sin embargo en la batalla de Tecoac, triunfa la rebelión finalmente. Lerdo viaja a Acapulco para marchar al exilio neoyorkino; José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, exige la presidencia para sí, pero Díaz opina que la legalidad es cuestión de “pastelería” y el poder cuestión de armas.
Para lograr el dominio del país durante 12 años, de 1876-1888, Díaz hizó su política basándose en 12 “riendas”
·         Represión o pacificación
·         Divide y vencerás con los amigos
·         Control y flexibilidad con los gabinetes y los gobernantes
·         Sufragio inefectivo, si reelección
·         Domesticación del Poder Legislativo
·         Domesticación del Poder Judicial
·         “Pan y palo” con el ejército
·         Política de conciliación con la Iglesia
·         Gallardía en la política exterior
·         Acoso a la prensa
·         Doma de intelectuales
·         Culto a la personalidad
Esto rindió pronto frutos: logró las reformas constitucionales, permitiéndole que después del gobierno de Manuel “el Manco” González, tuviera reelecciones indefinidas; el decidía el rumbo del país ya que las propuestas eran aprobadas de inmediato por el Legislativo; y tuvo las facultades plenas en todos los aspectos, como un verdadero monarca absoluto. Otro factor que impidió el ejercicio de la democracia fue haber creado las rivalidades dentro de la alta jerarquía de la sociedad Porfirista, impidiendo la candidatura del General Bernardo Reyes y de su ministro de Hacienda, José Yves Limantour.
A partir de su llegada en febrero de 1893, el “científico” Limantour obra milagros: reduce sueldos, sacrifica prebendas, logra abolir de un plumazo las alcabalas, reorganiza el sistema bancario y monetario, reconvierte todas las deudas, duplica el valor de los bonos mexicanos en Europa y, por primera vez en la historia del México independiente, nivela en 1894 los presupuestos. El año siguiente obtiene un superávit.
En 1876 el país contaba con 6338km de vías férreas. En 1910 la cifra había subido ya a 19280 km. Los telégrafos pasaban de 9000 km en 1877 a 70000 km en1900. Para 1910 la res postal abarcaba 90000km.
En el período 1877-1910 la población aumentaba a un ritmo menor del 2% anual, de 1892-1907 la agricultura lo hacía al 4%. Dentro de ella los productos agrícolas de exportación –henequén, hule, garbanzo, café, ixtle, maderas preciosas- llegaban al 5.2%; los productos agrícolas para producción industrial –algodón, tabaco, cacao, azúcar- alcanzaban el 5.8%, en tanto que alimentos y bebidas para el consumo interno se rezagaban en un 3.6%.
Gracias a la supresión de las alcabalas, la red de comunicaciones, los aranceles y una política de exención de impuestos, entre 1892-1910 la industria porfiriana crecía al 6.4%. La primera década del siglo presencia un ascenso todavía mayor: en 1903 nace la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey; en las 140 fábricas textiles que tiene el país en 1910 hay 70 mil telares activos, siete veces más que en 1845; la fábrica Río Blanco de Orizaba es la primera en México que usa energía hidroeléctrica. Hacia 1910, México contaba 5500 fábricas de toda índole: papel, jabón, cemento, calzado, vidrio, cigarros, cervezas, sombreros. Con el siglo XX se iniciaban también las primeras explotaciones petroleras, que pasarían de ocho mil barriles de petróleo en 1900-1901 a 8.1 millones de barriles en 1910-1911. Mientras el mundo aumentaba sus exportaciones, como sus importaciones, aun ritmo anual de 3.6%, México lo hacía al 6.1 y 4.7% respectivamente. En 1877 los metales preciosos representaban casi el 80% de la exportación. La inversión extranjera representaba en 1910 las dos terceras partes de la inversión total, calculada en dos millones de dólares.
También la deuda externa aumentaba. A partir de 1886, cuando el ministro de Hacienda Manuel Dublán realiza la primera conversión favorable de la deuda, el régimen de Díaz rehabilita, hasta hacerlo envidiable, el crédito de México. La deuda creció de 52 millones de pesos en 1884 a 441 en 1910, pero lo hizo de modo concertado, con mejores plazos y tasas, y menores garantías.

En 1900 sale la primera oposición al régimen de Díaz, cuando Ricardo y Jesús Flores Magón publican Regeneración, por lo cual sufren encarcelamientos y exilios. En 1906 se realiza en Sonora una huelga en contra de la minera Cananea Consolidated Copper Co., la cual es reprimida por los Rangers de Estados Unidos, dejando gran cantidad de víctimas mortales, al igual que la siguiente huelga en contra de la dictadura: la de Río Blanco en 1907.
En 1908 se da la entrevista Díaz-Creelman donde declara que México está listo para la democracia. En 1910 se realizan elecciones, donde participa activamente el coahuilense Francisco I. Madero, el cual es encarcelado en San Luis Potosí antes de las elecciones, donde gana el viejo dictador. Tiempo después del proceso electoral, Madero sale a Estados Unidos donde publica el Plan de San Luis.
Mientras tanto, México celebra las fiestas del Centenario: inauguración del Ángel de la Independencia y del Hemiciclo de Juárez, apertura de la cárcel de Lecumberri y del Hospital de la Castañeda, entre otros actos conmemorativos.


El 20 de noviembre inicia la nueva guerra civil. Aunque la revolución maderista prendió lentamente en Morelos y el Noroeste, hay en don Porfirio un dejo de fatalidad. El ejército Federal pudo ser más débil de lo que se creía, pero esto no explica la prisa de Díaz por llegar a un arreglo con los rebeldes. No es tan fuerte como aparentaba: se duerme en las reuniones, se ha vuelto achacoso y, lo peor, desmemoriado. Por eso no quiere o no puede pelear. Ahora sí pacta, ahora sí descorre el enigma y baja las cartas; ahora sí habría libertad de sufragio, independencia de poderes y no reelección. El 25 de mayo de 1911 redacta su renuncia.

El 31, en Veracruz, sale al exilio en el barco Ipiranga; nunca volverá a pisar suelo mexicano. El 2 de julio de 1915 fallece en París. Sus restos se encuentran en el cementerio de Montparnasse, de la capital francesa.

A continuacion, los siguientes videos te pueden orientar para conocer mas a fondo a este personaje historico: