Oaxaca, la
antigua Antequera, el viejo asiento del Marquesado del Valle, fue durante la
Colonia santuario indígena, recuerdo vivo de tiempos y culturas precolombinas.
Fue la “fábrica nacional de políticos y soldados”, zona de teocracia, tierra de
“místicos de la política”, de acuerdo con la expresión de Alfonso Reyes. Allí nació, en 1806, el indígena zapoteca
Benito Juárez. También, pero el 15 de septiembre de 1830, nacía el mixteco cuya
biografía se entrelaza y confunde con la biografía de México por casi 60 años:
Porfirio Díaz.
En 1843
estudia en el Seminario Conciliar de Oaxaca, aprobando con excelencia en
exámenes de artes y filosofía. En 1850 abandona el seminario, pasándose al bando
liberal, conociendo a Juárez y Marcos
Pérez. Trabaja como bibliotecario en el Instituto de Artes y Ciencias de esa
ciudad.
La derrota de
México ante los yanquis en 1847 lo sorprende demasiado joven, pero el siguiente
episodio bélico –la Revolución de Ayutla- lo encuentra ya maduro. En 1855 vota
públicamente contra Santa Anna, deja sus estudios de leyes, e inicia una
centellante carrera que lo lleva a la jefatura política de Ixtlán.
Al estallar la
Guerra de Reforma, el capitán Porfirio Díaz tiene su bautizo de fuego al mando
de una compañía ya formal de granaderos, sufre su primera herida e interviene
en el primer sitio de Oaxaca. Juárez le encomienda el gobierno y la comandancia
militar del istmo de Tehuantepec, donde lidia solamente con las tensiones
propias de la contienda entre su bando liberal y el conservador. Aquella
estadía política y militar en Tehuantepec le aportó no sólo un arduo
aprendizaje, sino algo más profundo: el contacto vital con su raíz indígena.
Al triunfo del
bando liberal, se convierte en diputado por el distrito de Ixtlán. Después de
los asesinatos de Tacubaya, y los de Leandro Valle y Melchor Ocampo, define su
destino en unas palabras que pronuncia en el Congreso: “Yo soy soldado. Pido
permiso para ir a pelear”. El general González Ortega reconoce su valor y le
concede el grado de general de brigada.
En la Batalla
de 5 de Mayo Díaz refrenda esos rasgos: toma la iniciativa. Desobedece a
Zaragoza y es factor importante en la victoria. En su parte de guerra Zaragoza
menciona el “empeño y bizarría” del “ciudadano general Díaz”. En la toma de
Puebla, en 1863, cae prisionero pero escapa disfrazad de indio. Juárez lo
designa comandante del Ejército de Oriente, por lo cual marcha a Oaxaca con un
ejército desmoralizado; ha pesar de sus esfuerzos por mantener la guerrilla por
cuatro años, se rinde ante el general Bazaine; pero logra volver a escaparse de
la cárcel. A partir de entonces, y reunificado su ejército, empieza una cadena
de victorias, siendo la más importante la toma de Puebla el 2 de abril de 1867.
El 15 de julio
entra triunfante Juárez a la Ciudad de México. Díaz entrega al licenciado
Juárez un buen superávit en efectivo, los 35 mil hombres de su ejército y su
estratégica renuncia. Se retira a la hacienda de La Noria, donde vigila la
situación política del país.
En 1871 pierde
las elecciones ante el “Benemérito de las Américas”, por lo que alega fraude y se
lanza a la Rebelión de La Noria. Muerto Juárez (1872), Sebastián Lerdo de
Tejada es el presidente legal, y Díaz no tiene más remedio que acogerse a la
amnistía. En 1874 regresa al Congreso como diputado. A su tiempo, Díaz volvió a
presentar su infructuosa candidatura y a su tiempo volvió a rebelarse. El 10 de
enero de 1876, secundado por ideólogos y militares, lanzó el Plan de Tuxtepec e
inició la revuelta desde el norte. En un principio sufrió varios reverses sobre
todo a manos de Mariano Escobedo; sin embargo en la batalla de Tecoac, triunfa
la rebelión finalmente. Lerdo viaja a Acapulco para marchar al exilio
neoyorkino; José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia,
exige la presidencia para sí, pero Díaz opina que la legalidad es cuestión de “pastelería”
y el poder cuestión de armas.
Para lograr el
dominio del país durante 12 años, de 1876-1888, Díaz hizó su política basándose
en 12 “riendas”
·
Represión o pacificación
·
Divide y vencerás con los amigos
·
Control y flexibilidad con los gabinetes y los
gobernantes
·
Sufragio inefectivo, si reelección
·
Domesticación del Poder Legislativo
·
Domesticación del Poder Judicial
·
“Pan y palo” con el ejército
·
Política de conciliación con la Iglesia
·
Gallardía en la política exterior
·
Acoso a la prensa
·
Doma de intelectuales
·
Culto a la personalidad
Esto rindió
pronto frutos: logró las reformas constitucionales, permitiéndole que después
del gobierno de Manuel “el Manco” González, tuviera reelecciones indefinidas;
el decidía el rumbo del país ya que las propuestas eran aprobadas de inmediato
por el Legislativo; y tuvo las facultades plenas en todos los aspectos, como un
verdadero monarca absoluto. Otro factor que impidió el ejercicio de la
democracia fue haber creado las rivalidades dentro de la alta jerarquía de la
sociedad Porfirista, impidiendo la candidatura del General Bernardo Reyes y de
su ministro de Hacienda, José Yves Limantour.
A partir de su
llegada en febrero de 1893, el “científico” Limantour obra milagros: reduce
sueldos, sacrifica prebendas, logra abolir de un plumazo las alcabalas, reorganiza
el sistema bancario y monetario, reconvierte todas las deudas, duplica el valor
de los bonos mexicanos en Europa y, por primera vez en la historia del México
independiente, nivela en 1894 los presupuestos. El año siguiente obtiene un
superávit.
En 1876 el
país contaba con 6338km de vías férreas. En 1910 la cifra había subido ya a
19280 km. Los telégrafos pasaban de 9000 km en 1877 a 70000 km en1900. Para
1910 la res postal abarcaba 90000km.
En el período
1877-1910 la población aumentaba a un ritmo menor del 2% anual, de 1892-1907 la
agricultura lo hacía al 4%. Dentro de ella los productos agrícolas de
exportación –henequén, hule, garbanzo, café, ixtle, maderas preciosas- llegaban
al 5.2%; los productos agrícolas para producción industrial –algodón, tabaco,
cacao, azúcar- alcanzaban el 5.8%, en tanto que alimentos y bebidas para el
consumo interno se rezagaban en un 3.6%.
Gracias a la
supresión de las alcabalas, la red de comunicaciones, los aranceles y una
política de exención de impuestos, entre 1892-1910 la industria porfiriana
crecía al 6.4%. La primera década del siglo presencia un ascenso todavía mayor:
en 1903 nace la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey; en las 140 fábricas
textiles que tiene el país en 1910 hay 70 mil telares activos, siete veces más
que en 1845; la fábrica Río Blanco de Orizaba es la primera en México que usa
energía hidroeléctrica. Hacia 1910, México contaba 5500 fábricas de toda
índole: papel, jabón, cemento, calzado, vidrio, cigarros, cervezas, sombreros.
Con el siglo XX se iniciaban también las primeras explotaciones petroleras, que
pasarían de ocho mil barriles de petróleo en 1900-1901 a 8.1 millones de
barriles en 1910-1911. Mientras el mundo aumentaba sus exportaciones, como sus
importaciones, aun ritmo anual de 3.6%, México lo hacía al 6.1 y 4.7%
respectivamente. En 1877 los metales preciosos representaban casi el 80% de la
exportación. La inversión extranjera representaba en 1910 las dos terceras
partes de la inversión total, calculada en dos millones de dólares.
También la
deuda externa aumentaba. A partir de 1886, cuando el ministro de Hacienda
Manuel Dublán realiza la primera conversión favorable de la deuda, el régimen
de Díaz rehabilita, hasta hacerlo envidiable, el crédito de México. La deuda
creció de 52 millones de pesos en 1884 a 441 en 1910, pero lo hizo de modo
concertado, con mejores plazos y tasas, y menores garantías.
En 1900 sale
la primera oposición al régimen de Díaz, cuando Ricardo y Jesús Flores Magón
publican Regeneración, por lo cual sufren encarcelamientos y exilios. En 1906
se realiza en Sonora una huelga en contra de la minera Cananea Consolidated
Copper Co., la cual es reprimida por los Rangers de Estados Unidos, dejando
gran cantidad de víctimas
mortales, al igual que la siguiente huelga en contra de la dictadura: la de Río
Blanco en 1907.
En
1908 se da la entrevista Díaz-Creelman donde declara que México está listo para
la democracia. En 1910 se realizan elecciones, donde participa activamente el coahuilense
Francisco I. Madero, el cual es encarcelado en San Luis Potosí antes de las
elecciones, donde gana el viejo dictador. Tiempo después del proceso electoral,
Madero sale a Estados Unidos donde publica el Plan de San Luis.
Mientras
tanto, México celebra las fiestas del Centenario: inauguración del Ángel de la
Independencia y del Hemiciclo de Juárez, apertura de la cárcel de Lecumberri y
del Hospital de la Castañeda, entre otros actos conmemorativos.
El
20 de noviembre inicia la nueva guerra civil. Aunque la revolución maderista
prendió lentamente en Morelos y el Noroeste, hay en don Porfirio un dejo de
fatalidad. El ejército Federal pudo ser más débil de lo que se creía, pero esto
no explica la prisa de Díaz por llegar a un arreglo con los rebeldes. No es tan
fuerte como aparentaba: se duerme en las reuniones, se ha vuelto achacoso y, lo
peor, desmemoriado. Por eso no quiere o no puede pelear. Ahora sí pacta, ahora
sí descorre el enigma y baja las cartas; ahora sí habría libertad de sufragio,
independencia de poderes y no reelección. El 25 de mayo de 1911 redacta su
renuncia.
El
31, en Veracruz, sale al exilio en el barco Ipiranga; nunca volverá a pisar
suelo mexicano. El 2 de julio de 1915 fallece en París. Sus restos se
encuentran en el cementerio de Montparnasse, de la capital francesa.
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A continuacion, los siguientes videos te pueden orientar para conocer mas a fondo a este personaje historico:
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